miércoles, 6 de febrero de 2008

Mi Mascota es Un Monstruo: Fórmula de bicho enorme Nº 47

No sé si ver con preocupación esta arremetida del género familiar gringo en las carteleras. De repente como que hay una hemorragia de historias para todo público, de esas que buscan no ofender ni exponer a nadie, y lo más grave es que todas con moralejas parecidísimas entre sí. Así vemos cómo hay adaptaciones de caricaturas completamente inesperadas, niñas que vienen a irrumpir en la vida de deportistas despreocupados, y mascotas increíbles o especiales.

Este último tema es super recurrente en la historia de Hollywood. Que un animal fantástico se haga amigo de un niño parece pasar con mucha frecuencia en el mundo, y no esperen que Mi Mascota es un Monstruo sea diferente. Es mejor enterarnos sólo que ocurre durante el curso de la Segunda Guerra Mundial y que trata del monstruo del Lago Ness, y prestar atención a las actuaciones, que son bastante buenas, y además olvidarnos que ya sabemos de que va la trama con sólo ver el trailer.

Empecemos por el obligatorio niñito, Angus, interpretdo por Alex Etel. Cuando se es un niño que vive a la eterna espera de que su padre vuelva de la guerra, las emociones cambian con un soplo de viento. La expresividad de Alex es impecable en extremo, y la preocupación en los ojos de Angus por su nuevo amigo es casi genuina. Nadie pensaría que en realidad es un niño sobre un fondo verde acariciando el aire. Su hermana hace un papel bastante intrascendente en comparación a la prominencia del personaje en el libro de Dick King-Smith, así que ni la menciono.

A Ben Chaplin no lo veía desde La Delgada Línea Roja, y si allá hacía de un soldado activo, aquí aparece como un sobreviviente que busca rehacer su vida. Su actuación es casi teatral, y merece la pena detallarse con buen ojo, porque realmente es el punto fuerte de la actuación. Es imposible saber si Emily Watson, quien hace de Anne, la madre de los niños, esta contenta o triste, porque sus expresiones son casi iguales en todas las escenas. David Morrisey hace del Capitán Hamilton, un personaje bastante repelente. Si ese era su propósito, lo logró. Brian Cox sigue agregando minutos memorables a lo que toca, y el viejo Angus pasa así a ser una anciano afable, feliz de haber vivido una experiencia inolvidable en su niñez. Casi se nos olvida que Cox fue el primer Hannibal Lecter en la historia del cine, ¿eh?

Los efectos especiales tampoco son cosa del otro mundo. El bicho, generado por computadora, hace travesuras predecibles, gruñe sonidos predecibles, y se escapa de manera predecible. Nada nuevo aquí. Francamente creo que los productores debieron esforzarse más en lo que se suponía sería el centro de la trama, y no tratar de convertir a Lassie en un dinosaurio anfibio con la misma trillada motivación.

En fin, una película que, si bien no es para el olvido, no representa sino la adaptación de una historia bastante masticada. Creo que los niñitos de la sala estaban realmente medio dormidos hasta el escándalo de los cañones en pantalla. Ahora, si necesitan ver algo fresco, no tan denso, que les medio reconcilie con la vida, pues... se supone que esa es la misión de las películas de este género; mostrar que el mundo no es un sitio tan feo para vivir. Falta saber si uno les cree.

Mi puntuación: Dos estrellas y media de cinco.

No hay comentarios.: