domingo, 24 de agosto de 2008

Conclusiones del verano: Prólogo



Bueh, ha sido un largo hiato, producto de la hemorragia de responsabilidades por las cuales me pagan. Sin embargo creo que, en el fondo, y como diría cualquier budista que se respete, las cosas han sido como deberían ser, en especial porque el verano cinematográfico del 2008 ha resultado tener tanto de que hablar que, francamente, hacerlo de la manera tradicional a la que los tengo acostumbrados hubiera resultado terriblemente desacertado.

Si el párrafo anterior los dejó algo confundidos, tengan en cuenta lo siguiente: las películas de los últimos tres meses han hecho que redefina mi conteo de 10 películas favoritas al menos dos veces. Definitivamente da qué pensar, y es por eso que, habiendo tantos filmes para reseñar, he decidido mejor someterlas a comparación entre sí dependiendo del género, para así explicar mejor cómo fue que una superó a la otra en mi ranking.

Así que pendientes a la semana que viene. Les contaré cómo se puede cambiar de opinión unas treinta veces en unas pocas semanas.

miércoles, 18 de junio de 2008

1408 razones para quedarse en casa

Puede que hiera susceptibilidades con lo que voy a decir a continuación, pero ABORREZCO las obras de Stephen King. El pseudo-rey del terror gringo no ha hecho sino arrancarme bostezos con sus historias, y he perdido bastantes minutos de mi vida con sus insufribles historias sobre niñas de mirada incendiaria, idiotas que abusan de camposantos malditos y psicópatas amantes de las novelas rosa (con la gran excepción de La Milla Verde, por supuesto, donde se olvidó un poco del malogrado género del horror y eso le valió haber escrito la mejor novela de su carrera, en mi opinión).

De lo anterior se deduce que caí en una proyección de 1408, una adaptación de una de sus historias cortas, por puro accidente. ¿Qué me iba a imaginar yo que la corroída mano de King había escrito la espina dorsal de tal somnífero? Todo por no conseguir entrada para ver la que quería en principio. Es así como les relato mi agonía.

Hay dos cosas que se medio salvan de esta película, para empezar con algo positivo, y son las actuaciones de John Cusack y de Samuel L. Jackson, y la calidad de la dirección. Un tal Mikael Håfström es el director, y algo que sí me gustó mucho fue la estética que le proporcionó a las escenas, especialmente a la habitación embrujada que no había sido modificada por años. Claro, el buen trabajo de fotografía se pierde porque no está sustentado en una trama sólida, pero, bueh... tenía que decirlo, para no hablar sólo de lo malo.

Michael Enslin es un personaje perfecto para Cusack, por la cara de fastidio infinito que le pone a un papel que se supone pesimista y cínico. Hacer vida escribiendo sobre psicopatologías alucinógenas ajenas debe dejar así a cualquiera. Podría ser un papel aún más interesante, pero el guión es limitadito y qué se hace.

El señor Olin, el gerente del hotel, es un tipo que se asume correctísimo. Un caballero presto a cumplir con su rol de responsable de un edificio con un mal secreto. Samuel L. Jackson parece haber aprendido mucho en su rol del maestro Jedi Mace Windu, por la solemnidad con la que se puede imponer en la pantalla cuando le da la gana, aunque Olin tiene mucho más sentido del humor que Windu.

Los demás personajes cumplen su función de relleno a cabalidad. Las maldades de quién sabe qué entidad demoníaca (porque nunca te enteras qué demonios pasaba en el cuarto 1408 para que todas esas cosas pasaran en un principio) son ocurrentes algunas, predecibles al punto del cliché otras, y algunas son realmente estúpidas. La forma en que todo se resuelve es también una señal que indica a quién pertenece la pluma de la obra originaria. Una cosa tan blanda como un melón piche, esta oda a la mala atención hotelera.

En fin, que a la final sí siento miedo cuando se trata de Stephen King; miedo al insoportable tedio que padezco cada vez que me enfrento con alguna de sus retrasadas creaciones.

Mi puntuación: dos estrellas de cinco.

Si te gustaron Misery, la serie de Cementerio de Animales, o Cazador de Sueños, primero, no entiendo cómo te atreves a salir a la calle sin una bolsa en la cabeza, y segundo, te va a encantar 1408.

domingo, 8 de junio de 2008

Jumper salta a todas partes, menos al final

Cuando Star Wars salió en 1977, no solamente se les dio a las masas geek y no tan geek del planeta un objeto de culto y reverencia; también se creó algo completamente nuevo para el medio: la franquicia de cine.

Lo admito: es verdad que ya ántes habían habido series de películas, y los filmes de monstruos clásicos y las secuelas de Psicosis y de El Planeta de Los Simios (sacando por supuesto la reinterpretación kitsch de Tim Burton) son algo así como la prehistoria de esta tendencia, pero La Guerra de Las Galaxias fue pionera en eso de ser filmanda pensando a futuro hacer al menos dos películas más como continuación.

Total que estas malas costumbres no solo han perdurado con el paso de los años, sino que la cosa ha como que mutado, y ahora nos encontramos en un momento en el que muchos largometrajes quedan medio mochos con esa excusa. Y es riesgoso, porque quienes invierten dependen mucho de que la primera sea un exitazo para poder seguir contando la historia en nuevos filmes. Ya fui testigo de un triste fracaso con Una Serie de Eventos Desafortunados, serie que de verdad quería ver completa, y puede que Jumper corra con la misma suerte.

En Jumper, se intenta establecer nuevamente la premisa de la guerra secreta entre dos bandos a lo Matrix, ésta teniendo más bien sus raíces en la era medieval. David Rice descubre en su juventud que tiene la habilidad de transportarse a voluntad al sitio que desee, y esto lo hace blanco de una organización milenaria que trata de asegurarse de que no existan personas con tal poder.

El papel de David lo hace Hayden Christensen, el chamo que le dio un rostro a Darth Vader bajo esa inolvidable máscara negra. Me parece que este papel le queda bastante mejor que el de Anakin Skywalker, ya que no se supone que sea un héroe de leyenda caído. El personaje, además, está bastante traido a la tierra, porque las cosas que hace inicialmente son justamente las que haría cualquier ser humano con un 10 por ciento menos de la carga moral de Superman.

Como hace falta un némesis para David aparece Roland Cox, un fanático religioso que dispone de grandes recursos para su cacería humana, y es interpretado por uno de los actores de moda, Samuel L. Jackson, quien definitivamente ha crecido enormemente desde su conversación con John Travolta en Pulp Fiction. De lo mejor que tiene esta película, porque esa actitud de bad guy obsesivo le luce, con todo y su cabello a lo Dennis Rodman.

Y sacadita de la novelita de televisión The O.C., tenemos a la chica del anti-heroe: Rachel Bilson haciendo de Millie, quizás la interpretación con menos gracia y el papel más débil de todos. La verdad me resultan muy poco creíble las reacciones de alguna mujer ante las situaciones que se le presentan en esta historia, así sea una tonta post-adolescente norteamericana y así tenga el teen crush que tenía con David. Linda estrella, mala intervención.

El resto de la película es una entretenida persecución global, donde podemos identificarnos plenamente con el protagonista. "Cómo quisiera tener ese poder", "cómo me gustaría ir a Hawaii, Melbourne o El Cairo con sólo pensarlo" son frases que no dejan de rondar la mente de cualquiera que tenga sangre caliente corriendo por sus venas. La fotografía es impresionante, el argumento es más o menos sólido, y el esfuerzdo del rodaje es evidente. ¿Saben lo difícil que debe ser trasladarse a 20 ciudades en 17 países para filmar una película de calidad? Y el resultado no es nada malo, en mi opinión.

Lo que me lleva al tema con el que comencé. Ésta es una de esas películas sin un final definido, sin la respuesta a muchas preguntas que seguramente sí aparecen en la novela original de Steven Gould, y por sobre todo con el firme propósito de sacar otros Bs.F. 32 en entradas de mi bolsillo para ver qué pasó después. No me molestaría si es parte de la narrativa, pero cuando la cosa se vuelve una maquina de hacer churros, ahí sí me molesta.

Mi puntuación: tres estrellas y media de cinco.

Si alucinaste con la serie de películas de X-Men y con los episodios II y III de La Guerra de Las Galaxias, puede que te guste Jumper.

viernes, 23 de mayo de 2008

Horton: un elefante que no está tan tostado como parece

Desde la época aquella en que la gente se rió con ganas de un tipo llamado Walt Disney por tener la descabellada idea de hacer un largometraje de dibujos animados han pasado muchos años y miles de millones de cuadros de animación. Y si me preguntaran cual ha sido el cambio más radical desde el estreno de Blancanieves y los Siete Enanos, yo no hablaría ni de los gráficos por computadora, ni de las tramas... ni siquiera hablaría de las cantidades industriales de animados que nos meten por las retinas todos los años. Yo diría que el cambio más violento ha sido el público, ni más ni menos.

Y es así. Quien recuerde su infancia, podrá rememorar esos interminables llantenes a los que uno sometía a sus padres para que lo llevaran a ver el largometraje de comiquitas recién estrenado. Para los adultos era así como que un deber medio fastidioso. Una tarea más de ser padres, o tíos, o novio de chama con hermanit@ pequeñ@.

Hoy en día, somos MILLONES los adultos que nos acomodamos en las salas cada vez que sale una película animada. Y yo que tengo la suerte de no haberme reproducido aún voy sin ningún crío que cuidar. Todo por voluntad propia. Algo impensable de cualquier mayor de edad hace cincuenta años. Y no es sólo por los momentos para adultos en las comiquitas. Es porque uno puede encontrarse con joyas de la narrativa como Horton y El Mundo de Los Quién.

Basada, como muchas otras adaptaciones, en un libro infantil del Dr. Seuss, me senté en la butaca esperando un montón de situaciones tan absurdas como hilarantes, y la verdad los estudios Blue Sky no solo no me defraudaron, sino que se lucieron al sobrepasar la obra originaria en cuanto a la textura de un mundo de fantasía que uno consigue palpar con sentidos que no sabía que tenía. Desde las caricaturescas selvas hasta los suburbios de Villa Quién, todo es como un dulce, pero no empalagoso, postre para la vista.

Y ni hablar de los personajes. Horton el elefante es un alma libre que convive con la responsabilidad autoimpuesta del deber. Da gusto y envidia verlo nadar en las aguas del río, y produce una nada modesta solidaridad cuando se dedica tan a fondo a la tarea de ser el salvador de una civilización que nadie más sabe que existe. El Alcalde, esa suerte de político de cuentos de hadas, corre de un lado para otro no solo como un funcionario público con una gran cruz minúscula sobre su nuca, sino como un padre devoto que desea ver sus sueños panternales materializados en su vástago, Jo-jo, quien pareciera ser el representante en esa película de esa misteriosa raza suburbana conocida como los emos.

Los villanos no se quedan cortos. Cangura puede tacharse de vil, pero parece ser una madre excesivamente preocupada por el bienestar de los hijos, y ¿quién no ha conocido viejas así? Y también está el representante de los matones a sueldo del mundo animal bajo las plumas de Vlad, el buitre. Como tal, se desvive por hacer que su reputación sea más grande incluso que su despensa.

La historia de heroísmo a la gringa que respalda todos estos elementos no es más que eso, es verdad. Claro, no perdamos de vista la realidad de que hablamos de un cuento escrito por el autor de Cómo el Grinch se Robó la Navidad. Los elementos de sufrimiento y redención que caracterizaron a la obra de Seuss están ahí. pero es tan sabroso volver a escuchar un cuento cuando te lo cuentan como es debido, que la experiencia alucinante resulta prácticamente inalterada.

Eso sí les digo: si después de ver Horton y El Mundo de Los Quién les da por escuchar vocecitas desde alguna clase de flor, necesitan ayuda profesional.

Mi puntuación: Cuatro estrellas y media de cinco.

Si te gustó Horton, puede que lo pases bien con El Grinch, El Gato y la saga de La Era del Hielo.

miércoles, 16 de abril de 2008

El Amor en Los Tiempos del "Cholera"

La siguiente es una reseña sobre la pelicula El Amor en Los Tiempos del Cólera, de la bloguera invitada Marginette Pulido.

Muchos conocemos la hermosa historia de Fermina y Florentino en la novela de Gabriel García Márquez, que le dio no solo muchas ventas, sino el tan ansiado Premio Nobel en el año de 1982 (si aún no sabe y no la ha leído, un poco de literatura latinoamericana no le haría daño). Pero, como lo que queremos en este blog o la razón por la que me invitaron a escribir acá, es hablar de la película, vamos a olvidarnos del libro por unos instantes bien sustanciosos y pongámosle atención a las cosas que hacen posible una película.

No creo y nunca he creído que una película sea mala o buena porque se parezca más o menos al libro. Soy escritora y también se cómo se hace una película - ardua tarea - pero si queremos analizar o ir a ver una película como por ejemplo Harry Potter o El Señor de los Anillos debemos olvidarnos de que antes fueron libros. Y eso traté de hacer. Fijarme en las actuaciones, la fotografía, los diálogos, las imágenes que nos muestra el director que al final es su lenguaje y como creación debe respetarse.

En cuanto al lugar dónde se rodó: Cartagena. No hace falta opinar mucho, es allí donde Gabo colocó la historia en su novela, y es allí donde se debió rodar, gracias damos porque la zona se conserva tal cual la época. No hay que hacer un gran esfuerzo para embellecer una película con semejantes paisajes, que definitivamente le dan a la película la atmósfera perfecta de romanticismo, soledad, espera, desasosiego, etc. El lector no alcanza a imaginarse en el libro todo lo que encierra la historia a través de sus paisajes, pero la película que maneja la imagen te lo muestra. Aunado a eso la voz de mi querida SHAKI, mientras el tiempo pasa acompañando esas imágenes y que más abajo hablaremos de ello.

No me gusta tampoco hablar, como hacen ciertos periodistas de farándula, del cliché comentarista que se lee o se escucha de esta manera: ACTUACIONES IMPECABLES. ¡Por Dios! No. Jamás en mis clases de teatro escuché decir al director: “Hoy chicos nos toca una materia llamada ‘Cómo hacer para actuar impecablemente’”. Y si en la materia de cine en la universidad alguien se atrevía a poner esa frase en su ensayo semanal, podían ponerle un cero y rompérselo en la cara. No diré quién estuvo mejor o peor; con el sólo hecho de que hayan sido actores latinoamericanos y de Colombia (la gran mayoría) el film tiene un mérito enorme. Eso me encantó. No importa el “inglés costeño” que se escuchaba, aunque hubiera preferido el castellano al lenguaje universal hollywoodense, pero, bueno, “quien paga manda”.

Javier Bardem, el protagonista, vivió una transformación muy especial. Su carácter, el universo romántico a donde nos lleva este personaje de la mano con cada carta, cada palabra, la paciencia que tiene al amar a Fermina, en quien también se puede observar el pasar de los años. Mi querida Fernanda Montenegro hace el papel de la madre de Florentino, las palabras sobran ante tal monstruo de la actuación, no se impecable o no, pero que provoca ver las pocas escenas, sobre todo la última antes de morir. Allí es donde se demuestra que no hay papel pequeño… y el resto ya lo saben. Otro papel que me gustó mucho fue el de la chica que protagonizó María, Llena Eres de Gracia, Catalina Sandino. Para mí representa el tiempo transcurrido en contraste con su prima Fermina. Ambas envejecen cada una en su ámbito social y son dos maneras de ver el amor. Fermina es un poco esa felicidad establecida e inventada cuando estuvo casada con el Dr. Urbino (Benjamin Bratt, quien desde hoy gana mi eterno deseo de amor, pasión y admiración) y que luego se autentifica cuando por fin se queda con Floretino, el amor de la juventud. La prima Hildebranda es aquel amor luchado, imposible, es la vejez que si llega, que deforma cuerpo pero no la mente.

Por cuestiones de tiempo, la película no alcanza, y eso sí es cierto, a transmitir lo que en realidad García Márquez quiso de alguna manera, en su novela. Quizá por eso fue que al Sr. Gabo Premio Nobel no le agradó y dijo que solo le gustó Shakira. Es válido. Si el director hubiera querido hacer la película tal cual la novela, les juro que tendría una duración de dos días. Así que, pensándola como film, es difícil captar esa eternidad cuando el tiempo transcurre. Por ejemplo, cuando los protagonistas ya están en el barco, con la bandera negra que avisa cuarentena por cólera, parece un viaje hacia el infinito. Es la eternidad merecida por esperar 51 años o más a la espera para consumar su amor. Todos sabemos que la ultima toma en contrapicado del barco en el Rio Magdalena, es un final abierto que pregunta: ¿Ellos estarán allí hasta que se mueran? Nos dice que la muerte es un tránsito en un barco de un mar a otro… aunque no los vimos morir, pero es la mejor muerte que dos seres que se aman pueden tener.

Por último mi amiga Shakira. Es sin duda lo más hermoso de la película. Ahí le doy la razón al escritor, porque es lo que más resalta de ella (y toda la música en general). Claro, no es que salga ella en la película moviendo las caderas que no mienten, obviamente. Toda película que se respete y quiera llegar de alguna manera al eterno recuerdo debe tener ciertos iconos que la identifiquen. Y entre esos esta la música, y de este film la música es única, no solo porque la interpreta una costeña y paisana del escritor, sino que reúne el ritmo, la sensibilidad, que una historia así requiere y más una historia en la costa colombiana, nada mas eso te digo. Allí le doy veinte puntos al director y al que la compuso, puedo decir que las sensaciones al oír la música, unida con las imágenes, los paisajes y la historia son muy conmovedoras. La voz de la chica - que no es mi favorita entre tantas que prefiero antes que ella - me llevó a ese sitio y a esa época. Sufrí el amor, la eternidad de la espera y comprendí que la película en bloque es una joya, muy bonita, sencilla, sin grandes escenas, sin efectos especiales, sin diálogos rebuscados… Una película para verla y enamorarse por un segundo del amor, y válido echarse una lloradita, y por supuesto comprarse el cd del soundtrack.

Marginette Pulido está finalizando sus estudios de Arte en la Universidad Central de Venezuela, ha escrito y actuado obras de teatro presentadas en varios lugares de Caracas, es bailaora, y en el rato libre que le queda publica de cuando en vez historias cortas en sus dos blogs: Dramatisurbe y La Logia.

jueves, 20 de marzo de 2008

Jueves de Caricatura Clásica: Horton Empolla el Huevo


Ya en las carteleras de Caracas se anuncia la proyección de Horton y El Mundo de Los Quién, la adaptación del libro de cuentos clásico de la literatura gringa, escrito y dibujado por el genial Dr. Seuss, inventor de la mala caña navideña que es el El Grinch. Lo que pocos saben es que Horton ya había aparecido en otro cuento catorce años antes de la publicación de su encuentro con los diminutos Quién. Y lo que menos gente sabe aún es que el gran Bob Clampett dirigió una versión animada de este cuento como parte de los siempre eternos Looney Tunes. Aquí tienen el corto animado de 1942, mientras preparo mi reseña de la nueva película de Blue Sky Studios.

lunes, 10 de marzo de 2008

Sweeney Todd: El barbero medio afinado de la calle Fleet

Okey, yo se que el rencor es malo... que la venganza sólo trae más venganza y toda la cháchara moralista típica. Pero tienen que reconocer que les encanta cuando alguien recibe el castigo que merece, especialmente si proviene de las manos del agraviado. Todo ese dolor, todo ese sufrimiento, al fin encuentra un desahogo cuando vemos al enemigo humillado, herido o incluso más que eso. Negar que es así es negar la naturaleza humana misma.

Es por eso que existen tantas obras clásicas de la literatura, el teatro y el cine que se barnizan a si mismas con los temas de la revancha. El Conde de Montecristo, Los Miserables, Kill Bill... todos celebrados ejemplos de las más dulces venganzas. Justicia por mano propia, a la que se une la última hija bastarda de Tim Burton, Sweeney Todd: El barbero demoníaco de la calle Fleet.

A estas alturas ya muchos saben que esta no es sino la adaptación de un famoso musical de Broadway, una de esas piezas de teatro cantado que son parte del acervo cultural de Nueva York, estilo Cats. La verdad es que vi las fotos de uno de los montajes y no tiene nada que envidiarle a la estética de Burton, y todo eso sin presupuestos multimillonarios de por medio. El detalle que puede hacer la diferencia para saber si la versión cinematográfica es digerible o no es estar consciente de que toda la película es CANTADA por sus protagonistas, justo como en el teatro.

En mi opinión este es uno de esos trabajos donde la labor de dirección hacen de la película una joya visual. No me refiero sólo a la estética dark emo propia de Burton, sino a la maravilla de docenas de tomas que secuestran al espectador hacia las calles de la muy transtitada Londres de la era victoriana. Un logro que demuestra la versatilidad en términos técnicos de un director que ha hecho de todo, y que es de los pocos que uno reconoce con sólo diez segundos de una película suya. Solo por esto vale la pena gastarse el importe de la entrada.

Las metamorfosis de Johnny Depp sorprenden a cada paso de su carrera. El vampírico barbero no luce sino espeluznante cada vez que ejecuta uno de sus crímenes. No canta mal, además. Sin embargo, todavía me estoy preguntando qué hizo pensar a la Academia que ésta actuación valía la nominación al Oscar. Hay muchos mejores ejemplos de lo que Depp sabe hacer, y personalmente opino que Daniel Day-Lewis no tenía mucha competencia este año, siendo el tremendo actor que es. Creo que el rol de Sweeney Todd no exige mucho de fondo. Un tipo lleno de ira con ganas de venganza y ya. No digo que lo hiciera mal, ojo. Por el contrario, fue una excelente interpretación, pero en mi libro tampoco se hubiera ganado la estatuilla.

Helena Bonham Carter se ve exactamente igual a su papel de Bellatrix LeStrange en la saga de Harry Potter, cosa que me asombró menos cuando vi una foto de ella sin maquillaje, y me di cuenta de que es igualita a ambos personajes en la vida real. También canta bastante bien, y en mi opinión su inclusión fue acertadísima, porque supo darle al rol el exquisito toque de "estoy fregada hasta el cuello pero igual me lo tripeo" que la caracteriza.

El resto del elenco, pues en los papeles que mejor los han acomodado en el pasado. Destaca Alan Rickman en su sempiterno papel de villano con voz de metatrón, especialmente cuando elogia junto a Sweeney los dones de las mujeres en un curioso arreglo vocal. También es muy relevante el corto tiempo que Sacha Baron Cohen está en escena, puesto que yo siempre pensé que su acento como Ali G era genuino, y aquí comprobé que no era así. Ingenuo, ¿eh? Su barbero italiano y déspota con ínfulas de realeza es un elemento colorido en un escenario plagado por los grises.

Creo que definitivamente es difícil que yo sea fan de la comedia musical. Han habido experimentos que me han gustado, como Moulin Rouge y la extraordinaria El Otro Lado De La Cama, pero la música de Sweeney Todd es demasiado densa, en exceso intensa para mi gusto. Confieso que fue agotador verla. No diré que no me gustó porque no es cierto, pero prepárense para un revoltillo de sentimientos y notas en pantalla cuando la vayan a ver. Y eso sí: las historias de venganzas justicieras sobran, pero pocas se echan desde Hollywood con el sabor a zarzuela que Burton le imprimió a esta película.

Mi puntuación: Tres estrellas y media de cinco.

Si te gustó esta película, ya debes haber visto Moulin Rouge de Baz Luhrmann, Chicago de Rob Marshall, y no puedes esperar para alquilar El Otro Lado De La Cama de Emilio Martínez Lázaro.

sábado, 16 de febrero de 2008

Sweeney Todd en las carteleras de Caracas

Bueno, váyanse dejando una chiva más o menos poblada, porque esta semana se estrenó en las salas de cine caraqueñas la última película de Tim Burton, Sweeney Todd: El Barbero Demoníaco de la Calle Fleet. Los fans del más emo de los directores se preparan para ir en masa a ver esta adaptación de un musical clásico de Broadway.

Después de verla publicaré mi crítica aquí mismo. Me resulta interesante ver cual fue la interpretación que le valió a Johnny Depp la nominación al Oscar de este año. Ya consiguió embolsillarse el Globo de Oro, pero ¿a quién le importa ese premio?

viernes, 15 de febrero de 2008

En línea el trailer de Indiana Jones y el Reino del Cráneo de Cristal

Bueno, ésto sí que me ha tomado por sorpresa. Había escuchado rumores, leído comentarios, pero nada concluyente. Quizás me olvidé incluso del asunto por todo este tiempo tratando de mitigar la nostalgia del género de aventura con La Leyenda del Tesoro Perdido, partes 1 y 2. Pero hoy... hoy todo es diferente... Hoy me he enterado de que está en el aire el trailer de Indiana Jones y el Reino del Cráneo de Cristal.

Definitivamente Harrison Ford se ve más viejo, así que ya sabemos que compartir la cama con Ally McBeal no rejuvenece a nadie, pero la atmósfera del trailer... escuchar la música... el tema clásico... ¡Demasiado! Antes de ir a verla al cine el 22 de mayo de este año, tengan por seguro que me habré lanzado un maratón con las tres primeras películas.

Trailer de Indiana Jones y el Reino del Cráneo de Cristal en Yahoo!

miércoles, 13 de febrero de 2008

Jueves de Caricatura Clásica: Señor Droopy

Y ahora, para nuestra caricatura clásica de esta semana, algo oportuno en ocasión de San Valentín: Señor Droopy. El perro más triste de la animación compite con el Lobo por la mano de Lina Romay en una corrida de toros. Vaya que la burla al ser amado puede motivar, ¿eh?. Otra de las obras maestras del nunca bien ponderado Tex Avery.



Pensándolo bien, y viéndolo hacer de mexicano... ¿no se parece muchísimo Droopy a Chespirito?

miércoles, 6 de febrero de 2008

Mi Mascota es Un Monstruo: Fórmula de bicho enorme Nº 47

No sé si ver con preocupación esta arremetida del género familiar gringo en las carteleras. De repente como que hay una hemorragia de historias para todo público, de esas que buscan no ofender ni exponer a nadie, y lo más grave es que todas con moralejas parecidísimas entre sí. Así vemos cómo hay adaptaciones de caricaturas completamente inesperadas, niñas que vienen a irrumpir en la vida de deportistas despreocupados, y mascotas increíbles o especiales.

Este último tema es super recurrente en la historia de Hollywood. Que un animal fantástico se haga amigo de un niño parece pasar con mucha frecuencia en el mundo, y no esperen que Mi Mascota es un Monstruo sea diferente. Es mejor enterarnos sólo que ocurre durante el curso de la Segunda Guerra Mundial y que trata del monstruo del Lago Ness, y prestar atención a las actuaciones, que son bastante buenas, y además olvidarnos que ya sabemos de que va la trama con sólo ver el trailer.

Empecemos por el obligatorio niñito, Angus, interpretdo por Alex Etel. Cuando se es un niño que vive a la eterna espera de que su padre vuelva de la guerra, las emociones cambian con un soplo de viento. La expresividad de Alex es impecable en extremo, y la preocupación en los ojos de Angus por su nuevo amigo es casi genuina. Nadie pensaría que en realidad es un niño sobre un fondo verde acariciando el aire. Su hermana hace un papel bastante intrascendente en comparación a la prominencia del personaje en el libro de Dick King-Smith, así que ni la menciono.

A Ben Chaplin no lo veía desde La Delgada Línea Roja, y si allá hacía de un soldado activo, aquí aparece como un sobreviviente que busca rehacer su vida. Su actuación es casi teatral, y merece la pena detallarse con buen ojo, porque realmente es el punto fuerte de la actuación. Es imposible saber si Emily Watson, quien hace de Anne, la madre de los niños, esta contenta o triste, porque sus expresiones son casi iguales en todas las escenas. David Morrisey hace del Capitán Hamilton, un personaje bastante repelente. Si ese era su propósito, lo logró. Brian Cox sigue agregando minutos memorables a lo que toca, y el viejo Angus pasa así a ser una anciano afable, feliz de haber vivido una experiencia inolvidable en su niñez. Casi se nos olvida que Cox fue el primer Hannibal Lecter en la historia del cine, ¿eh?

Los efectos especiales tampoco son cosa del otro mundo. El bicho, generado por computadora, hace travesuras predecibles, gruñe sonidos predecibles, y se escapa de manera predecible. Nada nuevo aquí. Francamente creo que los productores debieron esforzarse más en lo que se suponía sería el centro de la trama, y no tratar de convertir a Lassie en un dinosaurio anfibio con la misma trillada motivación.

En fin, una película que, si bien no es para el olvido, no representa sino la adaptación de una historia bastante masticada. Creo que los niñitos de la sala estaban realmente medio dormidos hasta el escándalo de los cañones en pantalla. Ahora, si necesitan ver algo fresco, no tan denso, que les medio reconcilie con la vida, pues... se supone que esa es la misión de las películas de este género; mostrar que el mundo no es un sitio tan feo para vivir. Falta saber si uno les cree.

Mi puntuación: Dos estrellas y media de cinco.

martes, 5 de febrero de 2008

Los 5 mejores momentos para adultos de las películas para niños

Desde que fui arrastrado a una sala de cine a ver la versión de Disney de Hércules, noté que algo estaba cambiando en la animación mainstream de la pantalla grande. Por supuesto, hay fórmulas que se siguen repitiendo constantemente, y si no fuera así no podría aspirarse a vender después los juguetes relacionados con la película, pero ahora, sabiendo que los padres también tienen derecho a pasar un buen rato cuando llevan a sus hijos al cine, los creadores se permiten ciertas "licencias", en formas tan sublimes que pasan inadvertidas a los ojos de los niños, y hacen las delicias de los mayores.

He aquí cinco momentos estelares donde el objetivo era que los padres se rieran, y los pequeños no supieran por qué:

5. El Rayo McQueen y el tatuaje de Sally


Muy bien; todos sabemos cuan difícil es dejar de mirar la retaguardia del sexo opuesto cuando nos topamos con ella, pero es más difícil aún hacerlo si justo al final de la espalda uno se encuentra con el típico tatuaje tribal que en lugar de desviar la atención la monopoliza. Creo que McQueen realmente estaba cautivado por el "parachoques" de Sally en Cars, tanto así que más adelante se hizo el tonto en la escena del paseo panorámico, y fue detrás de ella todo el camino. Qué vivo, ¿eh?

4. Wallace y la "cosecha" de Lady Tottington


En cortos animados anteriores, Wallace había logrado acercarse a chicas, pero el dueño de Gromit nunca estuvo tan cerca de pegarla del techo como cuando recibió la invitación de Lady Tottington a su casa, en Wallace y Gromit: La Batalla de Los Vegetales. Totti lleva al pelón inventor a su invernadero, y después de mostrarle los alrededores, se recuesta de frente sobre un par impresionante de frutas y comenta, hablando de su amigo: "Es que Victor nunca se ha interesado en mis melones". A juzgar por la escena, Wallace sí que está interesado en ellos.

3. La pícara mirada de Helen Parr, alias Elastigirl


De por sí cualquier película animada que ofrezca personajes vestidos en apretadas mallas ya es algo como para pensar, pero uno de los mejores momentos de Los Increíbles opaca eso. Bob Parr, alias Mister Increíble, sale de la casa con un atuendo adulto contemporáneo que le luce después de haber perdido varios kilos levantando vagones de tren, y su esposa Helen lo despide en la puerta. Al verlo alejarse, la mirada de Elastigirl baja unos cuantos centímetros y sus ojos se abren un poquito más de la cuenta, mientras sonríe pícaramente. ¿Qué estaría viendo nuestra superpoderosa ama de casa? No apuesten a que era el maletín de su marido, sino más bien la "maleta".

2. Wallace viste una caja que puede contener huevos


¡Este detalle me encantó, sobre todo porque los traductores adaptaron al español el cartelito de la caja del "May contain nuts" original! Nuevamente de Wallace y Gromit: La Batalla de Los Vegetales, después de que Wallace cae del cielo y se cura de la maldición del Conejo-Lobo, se levanta completamente desnudo, y ante la mirada no muy discreta de Lady Tottington, Gromit lo cubre con una caja que tiene un pequeño cartel, el cual reza: "Puede contener huevos". ¡Brillante! Lo suficiente como para que esta película aparezca dos veces en este conteo.

1. La ropa interior de Pinocho


Las dos primeras películas de Shrek tuvieron pasajes geniales, desde el momento en que nuestro querido ogro arranca una página de su libro de cuentos mientras estaba en el retrete hasta el "Yo quiero una Cajita Medieval Felíz" del Príncipe Encantador. Sin embargo, el mejor de todos fue el rescate que Pinocho intentó junto con el Hombre de Gengibre, el cual revela incluso las preferencias de prenda y color del legendario títere cuando de ropa interior se trata. Nunca olvidaré al cojo Gengibre diciendo "¡Miren, son unas tangas!" por lo que me queda de vida. Reconozco que pudo haber más de un muchachito preguntando: "Mami, ¿Pinocho es niña?", pero igual califica de primero en mi ranking.

¿Han pillado más momentos como estos? Dejen sus comentarios y cuéntenme, que no me doy cuenta de todos.

sábado, 2 de febrero de 2008

El Orfanato: Un macabro Peter Pan

No hay nada más reconfortante que las sorpresas agradables. Despertarte y oler que en tu casa hicieron panquecas para el desayuno... encontrarte un billetote en una chaqueta que hace tiempo que no te ponías... que te manden a hacer alguna tarea en tu trabajo y descubras que ya estaba hecha... Y en mi lista personal, está ir al cine sin ninguna expectativa, e inesperadamente encontrarme con una verdadera obra de arte en la pantalla.

Y exactamente eso fue lo que me ocurrió a mi con El Orfanato. Spicemoon y yo, en un fin de semana donde la cartelera estaba bastante desabrida, no nos decidíamos entre esa y Puras Joyitas, y al final optamos por la española. No nos critiquen por darle la espalda esa tarde al cine venezolano porque ya la veremos después.

Debo confesar que no sabía nada del director de esta película, un tipo llamado Juan Antonio Bayona. Resulta ser que este catalán de 32 años tiene una trayectoria bastante larga dirigiendo videoclips musicales de bandas españolas, algunos para el archiconocido dueto de canaritas Ella Baila Sola, y El Orfanato es su primer largometraje. Creo sin embargo que, para ser experto en películas cortas, se ha trasladado a la pantalla grande con una maestría que sorprende. El ritmo que aplicó a la película fue envolvente, casi biorrítmico. Sopor denso que se iba hirviendo a fuego lento, como en baño de maría. Hay que ser muy hábil para arrancar reacciones como las que experimenté y vi en el público de la sala de cine. Habrá que conseguir y ver sus dos aclamados cortometrajes, Mis Vacaciones y El Hombre Esponja.

A Belén Rueda no la había visto nunca tampoco. Se que actuó junto con Javier Bardem en Mar Adentro, pero esa película no la quise ver, porque no soy fan de las historias de enfermedades largas y penosas. Aquí hace el papel de Laura, una mujer que desea retribuirle al mundo la buena fortuna que tuvo al comienzo de su vida con la más grande de las buenas acciones: reabrir el orfanatorio en el que ella vivió antes de ser adoptada. Creo que la trama, y los acontecimientos que sobregcogen a Laura a lo largo de ella lograron manifestar el verdadero rostro del desasosiego a través de las facciones de Rueda.

Laura, por supuesto, aspiraba iniciar esa nueva vida en compañía de su marido Carlos, interpretado por Fernando Cayo, y de su hijo Simón. Cayo logra imprimirle al papel de Carlos lo que el guión supone del personaje: un compañero de vida que desea, más que nada, honrar el juramento de "en lo bueno y en lo malo" sostenido en quién sabe qué iglesia o prefectura. Sin embargo, y a pesar de que son lejanos, los límites existen para el esposo de Laura, y quién podría culparlo dada la sobrenatural situación a la que este creyente de closet se ve sometido.

Intervienen a lo largo de El Orfanato una serie de personajes que dan piso a los protagonistas para mascullar sus propios y oscuros sentimientos, sin hacer más escándalo del necesario. Me sorprendió como a muchos la presencia de Edgar Vivar, el sempiterno Señor Barriga, que hoy en día es mucho más barriga que señor. Salvo un par de detalles que yo ni siquiera aprecié al momento de verla, y recordé después que otra persona me los señalara, me parece que hizo un esfuerzo notable porque su papel se tomara en serio. De Geraldine Chaplin me cuesta decir qué pienso realmente, porque la expresión de su rostro y el contraste con las cosas que su personaje dice y hace son un rompecabezas que requiere algo de tiempo para armar, como en la mayoría de los papeles que le han tocado.

Merece una mención especial Roger Príncep, el niño que se adueñó del rol de Simón. El hijo de Laura, a pesar de celebrar cada uno de sus juegos infantiles con la naturalidad propia de sus años, tenía una gran madurez para enfrentarse a las verdades de su existencia, y su calma al respecto sólo se rompía por la desesperanza de no sentirse creído por su madre. Esto habla aún mejor de Roger como actor, un talento que muchos actores adultos no poseen. Estoy seguro que eso debe haber hecho las delicias de Guillermo del Toro, productor de esta cinta, que como ya sabemos tiene una peculiar obsesión con temas que involucran a niños de cruel destino.

¿Cómo es que las mejores intenciones se pervierten en tragedias tan terribles? Esa es la pregunta que muchas almas nobles del mundo se hacen una y otra vez, y que son el centro de El Orfanato. Uno de los lugares más comunes es decir que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. Y es verdad. Alguien puede querer ser el mejor padre del mundo; cariñoso, no demasiado consentidor, estricto cuando hay que serlo... y sin embargo enceguecerse ante las cosas obvias que sus hijos necesitan. Y esas son equivocaciones que se pueden terminar pagando con toda una vida de castigo. O quizás incluso después de la vida, con toda una eternidad por delante para reflexionar sobre cuan distinto pudo ser todo.

Mi puntaje: Cinco estrellas de cinco.

Si te gustó esta película, podrías ver: El Laberinto del Fauno y El Espinazo del Diablo, del ya mencionado del Toro.

A escena

¿Alguna vez se han detenido a pensar lo dispar de algunas situaciones? ¿En la poca relación que aparentemente existe entre un proceso y su resultado? ¿En cómo hay cosas que no parecieran representar para nada lo invertido en ellas, ya sea en dedicación o esfuerzo? Se que muchos de ustedes pensaron de inmediato en sus trabajos y sus sueldos, pero la verdad yo tenía en mente algo enteramente distinto.

El caso es que hay ciertas cosas que realmente no parecen haber tomado el trabajo que tomaron, o las energías de quienes las materializaron, o los fondos de quienes las financiaron, como los espectáculos. Y es en serio. Tomen las películas, por ejemplo. La gran mayoría dura alrededor de dos horas, y nos sentamos a verlas con un pote de cotufas y un refresco obsceno en tamaño sin pensar que muchas han tardado años enteros en ser completadas. Pienso también en las horas de ensayo de una banda, o en las sesiones de maquillaje previo de los actores del teatro.

Creo que todo se resume en una cosa: entusiasmo. El mismo sentimiento que mueve a los artistas. La ilusión de ver la cosa terminada. El suspenso de ver si el público delira de pasión o de repudio. El alivio de lo completado, ya cuando todo pasa, y el recuerdo de haber sido parte de algo grande.

Y ese mismo entusiasmo lo lleva a uno a celebrar estas obras. No se, con, por ejemplo, un blog. Apaguen las luces.